lunes, 2 de marzo de 2009

La Prensa también le hace a la lengua











el yorch y que nos habita


Hay memorias que están desencontradas.
Se fueron para invernar durante siglos, luego aparecieron, pero no son ellas: Son un espectro; una fascinación del reciclaje.


Nos dicen, con infinito amor, que debemos creer en los cambios,
que se acercan revoluciones.
Nos dicen, pero no nos dicen a nosotros.


Hay memorias que viajan en la diáspora.
Se dispersan y se juntan como animales resentidos.


En este escenario, nos absorbemos hacia el mundo; pero, somos un país incapaz de abrirse.
Es cómo recibir, pero no dejar salir ese desconcierto de la historia.


En esta ocasión colocamos un billete en un símbolo de la ciudad. Un monumento que se juega en su ambivalencia:
Por una parte es la nueva y bolivariana esencia de la revolución; por otro lado es la imagen de marca del Proyecto urbanístico MALECÓN 2000.
Era necesario travestir a Simón y Martín y, con ello, travestir lo que quieren que digamos, lo que creen que somos.


Cuando se ha perdido la facultad de decirse, solo nos queda el silencio. En el silencio se crea el limbo de la amnesia.
Solo siendo capaz de narrarse, uno puede enunciar y reconocer a su fantasma darle forma, darle muerte o, cierta muerte, que es algo parecido a la calma.


Hablar con nuestra voz, es la capacidad que nos quitaron para enfrentar nuestro vacío.
Ecuador es como habitar en la tierra eterna de un sueño inconcluso.


Hay memorias que están desenfocadas, pero igual nos habitan, como el Yorch que cargamos en la billetera.

Sabíamos, muy bien dónde estábamos ( beso púbico)


El día sábado 28 se realizó la convocatoria al besó público que bien pudo llamarse beso púbico.
Nuestra ciudad nos heredó esa extraña sensación de inconformes voyeurs. Siempre hemos estado consientes del lugar en el que vivimos, pero el sábado una oleada de moralidad nos abofeteo.
Sabíamos que teníamos un número considerable de asistentes (eso de creerle al facebook se nos quitó con el artículo de LaREVISTA) pero lo que nos “sorprendió” fue esa disposición de acolite barnizante de los guayacos.
Claro que fueron y claro que acolitaron, pero siempre en la mediad del no compromiso; del ver. Quedarse ahí, viendo, como si la presencia pasiva fuese una forma de apoyo inclaudicable.
La esencia de pueblo chico se nos escapa de nosotros. Todos miran a ver qué pasa, pero no quieren asumir que si no pasa, es porque están ahí, viendo, nada más.
Escuchábamos los comentarios de la clase media agitadora que se lamentaba de que los guardias no hacían nada: Entonces, toda forma de manifestación es válida en cuanto se presente un tolete y un silbato?
Era obvio que nadie nos diría nada: se acercan las elecciones y Don Jaime no va a permitir que cualquier intento de provocación (por parte de cualquiera) le de discurso a la Duarte.
En todo caso, así vamos, con nuestra moral y nuestros miedos.
Y estuvimos bien, porque empezamos y debemos continuar.
Gracias por estar y gracias por seguir.
Y gracias a los que se dieron besitos.